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lunes, 6 de diciembre de 2010

Operación: Atole con el dedo


“¡Adelante! ¡Adelante! ¡Ni un paso atrás!” fue el grito de protesta que interrumpió la tranquilidad del Palacio Legislativo de Guanajuato el día en que la lógica dictaba que los reflectores deberían haber estado sobre la aprobación de la Ley General de Ingresos del 2011.

El Palacio Legislativo de Guanajuato es una contrucción que se impone  sobre los edificios aledaños debido a su importancia, sus más de 100 años de antigüedad  y a su majestuosa fachada, la cual dispone grandes adoquines de diversas tonalidades de manera horizontal, luciendo en la parte central una gran águila imperial que contrasta con los relieves femeninos dispuestos debajo de cada una de las ventanas de la fachada. 
En el interior del Palacio que hoy alberga las oficinas del Congreso del Estado se observan los 2 pisos que conforman el recinto; la planta baja es un patio rectangular que tiene varias columnas alineadas en los costados  que encaminan hacia la escalera imperial que toma forma de “Y” después de recorrer los primeros peldaños. El piso superior asemeja un gran balcón desde el cual se puede observar el patio, y dispone de gran cantidad de cuartos que ahora sirven como oficinas y salas de juntas. 
   
Todo transcurría de manera poco más que rutinaria dentro del mencionado inmueble: hombres elegantemente vestidos subían y bajaban escaleras, diputados iban y venían, fotógrafos y reporteros compartían uno que otro chascarrillo de colegas mientras que algunas (realmente pocas) de las jóvenes integrantes de las bancada verde ecologista derrochaban belleza y se daban una discreta ‘manita de gato’ de vez en vez. Era una sesión más. Una día más en la agenda legislativa.

Pero sin que nadie lo esperara, sin que estuviera escrito en el guión, una estruendosa voz acaparó la atención de los presentes; era la voz de la UCOPI(Unión Campesina Obrero Popular Independiente), la voz formada por las más de 200 personas provenientes de Irapuato que entraron al palacio tras superar la fuerte e infranqueable seguridad del recinto: 4(cuatro) policías.
La multitud, formada por señoras y niños en su mayoría, tomó como destino el piso superior del inmueble lanzando consignas como: "¡El pueblo calmado jamás será escuchado!" y otras más 'pegajosas' y creativas como: “Chinga de noche, chinga de día… ¡A cómo chinga la burguesía!”…el caos se empezaba a organizar.

12:13 P.M. Los gritos no cesan. Diputados, miembros de prensa y demás asistentes  expresan en su rostro una mezcla de desconcierto y temor ante el inesperado arribo de los manifestantes.

El personal de seguridad no halla qué hacer. Aparece el líder de la organización, Martín Negrete. Alza la voz. Su gente calla. El personal de seguridad en su mente agradece. Reporteros con grabadora en mano y camarógrafos corren para tener constancia de sus palabras, de sus reclamos.

Negrete y los diputados presentes han acordado que la gente de la UCOPI debe salir y posteriormente se podrá entablar un diálogo. Del dicho se pasó al hecho.
Minutos después, la tranquilidad ha vuelto al Palacio Legislativo…aunque la incertidumbre y el desconcierto se hayan trasladado apenas unos metros afuera del recinto.

Las quejas de la UCOPI eran muchas pero se podían resumir: debe existir una regularización para los usureros, las casas de empeño y las empresas que otorgan créditos.

Martín Negrete, hombre de mediana estatura, con amplia frente y prominentes entradas que dan lugar a sus negros y escasos cabellos que  hacen juego con su grueso bigote; puso datos duros, estadísticas crudas sobre la mesa que reunía a los diputados con las víctimas de agiotistas.

Al final, cuan si fuera obra de teatro ensayada más de una vez, los diputados sacaron a relucir su maestría en diplomacia: escucharon con un dejo de atención las quejas expuestas y dijeron estar comprometidos a resolver el problema…cuento chino? Tal vez, sólo el tiempo y el H. Congreso del Estado tienen la palabra.
 
Una pequeña muestra de enojo